miércoles, 26 de mayo de 2010

Principales teóricos de la criminología

Numerosos pensadores han señalado postulados criminológicos o propuestas que hoy seguimos retomando. A algunos de ellos nos referimos a continuación.

TOMÁS MORO (Sto. Tomás Moro, Sir Thomas More, 1478-1535). Abogado, político, se enfrentó a Enrique VIII al no aceptar el alza de impuestos y luego oponiéndose a que el rey figurara como cabeza de la Iglesia, por lo cual este lo hizo decapitar. Luego sería santificado.
En 1516 publica su obra La utopía, lugar que no existe. “...país ideal donde todo el mundo es feliz, trabajando en armonía, se divierten, juegan, comparten, viven...”.
Postulado criminológico: “La guerra, la ociosidad, los errores de la educación, influyen en el incremento de los delitos. El Estado debe encaminar sus esfuerzos para combatir esas causas, pues el delito es justamente tal manifestación. Hay que acabar con la miseria, impulsar la educación, asegurar la estabilidad social, es lo que conduce a una vida ideal”.
Aboga por la proporcionalidad de las penas, criticando cómo Inglaterra impone pena de muerte por igual: “a quien roba un pan, o al terrible asaltante de los caminos” (TOMÁS MORO, Utopía, México, Edit. Porrúa, 1975)

CHARLES DE SECONDAT (Barón de Montesquieu, 1689-1755). Su obra El espíritu de las leyes, publicada en 1748, en la que propone la independencia del poder judicial respecto al ejecutivo, la abolición de las penas inútiles y excesivas, y de la tortura.
“Que se examinen las causas de la corrupción de las costumbres, y veremos que obedecen más a la impunidad que a la moderación de las penas”. Como hombre de leyes, propone: “...El buen legislador debe preocuparse más por prevenir el delito que por castigarlo” (Luis RODRíGUEZ MANZANERA, ob. cit., págs. 198-199), señalando que el espíritu de la ley debe ser el de evitar el delito.

JUAN JACOBO ROUSSEAU (Ginebra, 17 12-1778). En 1755 publica el Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres. En 1762, El contrato social.
“El primer hombre a quien, cercando un terreno, se le ocurrió decir: esto es mío, y halló gentes bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, cuántas guerras y cuántos horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca y cubriendo el foso: «Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie».
El incremento delincuencial es una muestra de la desorganización social de un Estado...” (RODRÍGUEZ MANZANERA, ob. cit., págs. 198-199)

JOHN HOWARD (1726-1790). Habló sobre las condiciones deplorables de las prisiones en Inglaterra. Apresado por piratas camino a Lisboa para ayudar a las víctimas de un terremoto, sufre en carne propia el escarnio de la prisión, y una vez liberado -se dedica a narrarle al mundo la geografía del dolor (cárceles): dramas, miseria, promiscuidad, vicios, enfermedades, lo cual repercutió para que se reformara el sistema penitenciario (RODRÍGUEZ MANZANERA, ob. cit., págs. 190-191)

CESARE BONNESSANA (Marqués de Beccaria, 1738-1794). A los veintiséis años “el divino marqués” publica en latín su libro De los delitos y de las penas, causando gran conmoción en el grupo de intelectuales de su época.
“Para que cualquier pena no sea violencia de uno o de muchos contra alguien en particular, debe ser escencialmente pública, pronta, necesaria, la mejor posible dadas las circunstancias, proporcional a los delitos y dictadas por las leyes...”. “Es mejor prevenir los delitos que penarlos...” (CESARE BECCARIA, De los delitos y de las penas, Madrid, Alianza Editorial, S. A., 1982)

JEREMIASBENTHAM (1784=1 832). Su obra más conocida, El Panóptico (pan - todo. Óptico - visión). Establecimiento circular con torre de vigilancia en medio, donde el guardián tiene el control de todos los vigilados. En tal establecimiento ha de obtenerse: 1 0) Dulzura (supresión del sufrimiento corporal). 2°) Severidad (no puede estarse mejor que afuera en libertad). 3°) Economía (no debe haber gastos innecesarios en su manejo).
Propone la cárcel ideal, en la que deben imperar el trabajo, el estudio, el orden y la paz, para lograr la readaptación de los delincuentes. El panopticum es, pues, la representación arquitectónica de la disciplina’ (DARÍO MELOSSI, “Istituzioni di controle sociale”, citado por LOLITA ANIYAR, La realidad contra los mitos, pág. 192)

EUGENE FRANÇOIS VIDOCQ (1775-1857). Terrible antisocial a los treinta y cinco años, es considerado como el hombre con mayor habilidad para fugarse de las prisiones. Su pasado, más tenebroso aún, transcurrió en medio de pandilleros que educaban a sus hijos para el asesinato; en vez de regalarles muñecos o carritos, les obsequiaban las calaveras de sus víctimas para que se fueran acostumbrando a la muerte, para que se familiarizaran con ella.
Un día se retira, pero sus excompinches comienzan a atormentarlo y extorsionarlo con la amenaza de que si no pagaba lo delataban a la policía; desesperado busca contactos con esta y se pone a su servicio a cambio de que no vuelvan a encarcelarlo.
Con estos argumentos convence a la policía: “... solo los criminales pueden combatir el crimen.., un ladrón que se siente a salvo, no tiene compasión con sus colegas...”. VIDOCQ es autorizado para organizar un cuerpo policiaco y crea la muy famosa Sureté (Seguridad), cuerpo de policía de Francia.
VIDOCQ estableció la parada, ronda de presos, y en los patios o re cintos a los presos se les hace caminar en círculo, mientras secretamente son observados por los funcionarios policiales a fin de educar su memoria y gravar los rostros de los delincuentes; así, al encontrar rostros semejantes, debe encarcelarse a los sujetos, pues es posible que sean delincuentes. Este es un fiel reflejo de las ideas de los fisonomistas, a los que hemos de referirnos para entender el porqué del manejo de las facciones’ (W. WERHNER, Historia de la criminología, Edit. Barcelona, 1974)
Los fisonomistas. Estudian la apariencia externa de los individuos y las relaciones entre dicha apariencia y su ser interno.

SAN JERÓNIMO decía: “La cara es el espejo del alma y los ojos, aun cuando callen, confiesan los secretos del corazón...”.
De los fisonomistas ha surgido la expresión “tiene cara de...”. Ellos señalan que el rostro de las personas puede revelar su carácter delincuencial. “El mismo San Jerónimo aconsejaba observar directa mente a los ojos de las personas para conocerlas”.
La fisonomía como disciplina surge en el siglo XVI, atribuyéndose- le a GIOVANNI

BATTISTA DELLA PORTA (1535-1616), artista, quien acostumbraba a modelar el barro y el mármol, desarrollando una técnica de observación.
DELLA PORTA sostiene que existe interdependencia entre el cuerpo y el alma, hallando anomalías en la cabeza, la frente, las orejas, la nariz, los dientes, que atribuye a caracteres delincuenciales.
Siguiendo la antigua tradición destaca el valor de la expresión de los ojos; y estudia la psicología de la risa y el llanto. Sus trabajos son elaborados después de observar en forma directa a los detenidos en las cárceles y analizando autopsias de asesinados y de criminales ajusticiados.

JEAN GASPAR LAVATER (1741-1801). Pastor protestante. En 1776 publica Fragmentos fisionómicos para conocimiento del hombre y del amor al hombre, donde hace una serie de comparaciones con los anima les; cuando la persona se asemeja a un perro, un conejo, un cerdo, le otorga las características psicológicas que se les atribuyen a tales animales.
Tal llegó a ser la influencia de los fisonomistas en el siglo XVIII, que en Nápoles se impuso la costumbre de señalar en las sentencias:
“Oídos los testigos de cargo y descargo y vista su cara y cabeza, te condeno a prisión, horca, etc...” (JESÚS MONTERO, Estudios criminológicos, La Habana, 1952)
La frenología. Derivada un tanto de la anterior, plantea otra forma de estudio: Phren-inteligencia Logos-tratado. Pretende encontrar la sede de las funciones sicológicas alrededor del cerebro.

FRANCOIS JOSEPH GALL (1758-1828). Considerado como el creador de la frenología. Sus pretensiones son las de encontrar el carácter y los sentimientos de las personas en la configuración externa del cráneo. Así, en algún lugar del cerebro ha de hallarse el instinto criminal y para su estudio se trazan mapas del cerebro.
El conejillo de Indias por excelencia en ese momento son justamente los reclusos, y estos frenólogos van a analizarlos, especialmente los condenados a muerte (FIELDING H. GARRISON, Historia de la medicina, México, Edit. Interamericana)

MARIANO CUBÍ Y SOLER (1801-1875). Treinta años antes que LOM BROSO establece una teoría: “Hay criaturas humanas que nacen con una desmedida tendencia a la destructividad, acometividad o combatividad, donde la parte moral y la razón son defectuosas.
“Por eso están constituidos naturalmente como ladrones, violado res, asesinos, estafadores, etc..., se ha descubierto que cuando las partes laterales de la cabeza son mucho más abultadas que las superiores, producen, por una ley o modo de proceder natural, un irresistible impulso a robar, estafar, engañar, sin que ningún temor ni corrección huma nos puedan impedirlo” (Máximo CUBÍ y SOLER, Sistema completo de frenología, Venedona, España, 1844)
Médicos de las prisiones. La abundante literatura que sobre el crimen y los criminales va saliendo se pone de moda, y un sinnúmero de médicos que tienen acceso a las prisiones comienzan a hacer sus propias investigaciones y publicaciones, particularmente en el siglo XIX.

PHILIPPE PINEL (1745-1826). Fundador de la Psiquiatría; fundó el manicomio de Salpetriere, mayor centro de Francia; se enfrentó a los médicos de su época, considerando la sangría y la práctica de zambullir a los enfermos en agua helada, como delirios médicos’ (MICHEL FOUCAULT, Historia de la locura, Breviarios, México, Fondo de Cultura Económica, 1982)

JEAN DOMINIQUE ESQUIROL (1772-1840). Investigó sobre la esquizofrenia y descubrió los principios de la alucinación (OCTAVIO ORELLANA WIARCO, Manual de criminología, México, Edit. Porrúa, 1982, págs. 68, 69)
BENEDICTAUGUSTMOREL (1809-1873). Autor de un Tratado de las degeneraciones de la especie humana, en el que afirma la existencia de dos principios:
a. Evolución - Avance del hombre.
b. Involución - Retroceso.

GASPAR VIRGILIO. En 1874, dos años antes de publicar LOMBROSO su obra, publica la Naturaleza enfermiza del delito, en la cual utiliza el término de “criminal nato”.
Allí analiza, desde el punto de vista antropológico, a casi 300 condenados a los que clasifica por lugar de nacimiento y tipo de delito, para formular que se debe a enfermedades congénitas, orgánicas, y hace especial referencia a los aspectos climáticos y meteorológicos como incidentes de criminalidad.

MÉDICO LUCAS (1805-1885). Expresa por primera vez el concepto de “atavismo”.

CHARLES ROBERT DARWIN (1809-1882). Naturalista inglés. En 1871 publica el Origen del hombre. Sostiene que las funciones físicas y psíquicas evolucionan a través de una expresa adaptación al medio, que el hombre está íntimamente relacionado con otros animales y que sobre él actúan los mismos impulsos biológicos.
Del cúmulo de observaciones hace referencia a una especie de orangután, que con respecto a los otros animales similares, obra en forma diferente con agresividad, vagancia, inadaptación, insociabilidad, y des cribe en ellos un particular rasgo que los caracteriza: las malformaciones cerebrales (Orellana Wiarco, ob. cit.)
Escuela positivista (Siglo XIX). AUGUST COMTE (1798-1857). Considerado como el padre del positivismo, a partir de él justamente se inicia el interés por clasificar las ciencias. El postulado de esta escuela se basa en el culto a los hechos, a los fenómenos, a lo dado; toman patrones de las ciencias naturales y pretenden trasladarlos al derecho penal.
La primera pregunta que se hacen los positivistas es cómo poder controlar el fenómeno (criminalidad) y prevenirlo; la prevención no es nada diferente de la preparación y disposición que anticipadamente se haga para evitar que algo acontezca. ¿Cómo podemos prevenir la muerte por inundación, o la fiebre, o el contagio? Pues teniendo un previo conocimiento, experiencias que nos vayan suministrando datos, factores que nos permitan facilitar la acción o decisión oportuna y correcta.
Así podemos pronosticar las causas por las cuales nos duele la cabeza o el estómago, por qué se muere la gente, por qué delinque, por qué los cambios meteorológicos, los eclipses, etc.; si hallamos él por qué de la fiebre por una ingestión etílica, un tumor o una úlcera, de un tiro o una puñalada, o por qué el río crecido lo arrastró, con tal conocimiento aplicaremos el correctivo y como consecuencia lógica podremos controlar el problema.
Con base en las anteriores premisas, la escuela positivista propone la necesidad de profundizar en el estudio natural del delito y sus causas, lo que permitirá descubrir las medidas correctivas para combatir el fenómeno, pretendiendo incluso que un día se podría llegar a predecir quién y en qué forma delinquirá; más aún, el número de delitos que se darían en cada época o región.

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